Suelos arcillosos
Los suelos arcillosos son aquellos que contienen una alta proporción de partículas muy pequeñas de arcilla, lo que les da una textura densa y pegajosa. Estos suelos tienen una excelente capacidad de retención de agua, pero debido a su baja capacidad de drenaje, pueden volverse saturados y compactados durante períodos de lluvia intensa. En agricultura, los suelos arcillosos requieren una atención especial para evitar el encharcamiento de las raíces de las plantas.
Aunque los suelos arcillosos son fértiles y ricos en nutrientes, su manejo puede ser desafiante debido a su tendencia a compactarse y volverse duramente compactos cuando están secos. Para mejorar su estructura, se recomienda incorporar materiales orgánicos, como compost o estiércol, para mejorar su aireación y capacidad de drenaje. En la construcción, los suelos arcillosos requieren técnicas de estabilización, como la adición de cal o cemento, para mejorar su cohesión y prevenir la deformación.
A pesar de estos desafíos, los suelos arcillosos pueden ser altamente productivos con un manejo adecuado, y son ideales para cultivos que requieren una alta retención de agua, como el arroz y ciertas hortalizas.